En ese momento, oí unos gritos desde lejos. El viento había levantado y había algo extraño. Algo extraño en el aire. Un silencio. Una inquietud. Las serpientes no volvían. Unos pájaros se fueron. “¿Qué sucede?” Se me ocurrió mirar al cielo. Éste giraba. Nunca lo había visto girar.
Unos espirales en algodón me cautivaron. Giraban y giraban. Y después, ese espiral bajó a nuestra tierra de a poco. Un fino hilo que se estiraba a tocarnos.
Luego, todo fue nube.
Un tornado arrasó a mi ciudad y a mi jardín primitivo.