20080125

Pensamientos en el bosque



Cuentan algunos que hay una sombra que vaga en el bosque. Una sombra de pensamientos y susurros, que ensombrece aún más esos árboles oscuros.
Hay gente que dice que lo que recorre esos caminos es un alma en pena, que encuentra reposo bajo esas hojas de verdes opacos y que es indiferente a los caminantes que allí desembocan, perdidos en esos senderos.
Sin embargo, otras voces afirman que esa presencia no es pasiva, es un espíritu desesperado que perturba todo el ambiente que lo rodea y que, si alguien se interna en sus esquemas, huye espantado por la furia y el rechazo intangible, perceptible por la hostilidad del aire.
También escuché, una vez, que alguien decía que eso de lo que siempre se hablaba, no era más que la presencia viva del bosque. Es su naturaleza más profunda. El bosque tiene tal intensidad de sentimientos, que éstos afloran de manera que podemos palparlos, verlos y oírlos con nuestros sentidos, pero sobre todo con nuestro espíritu.
Yo me interné en esa espesura. Observé las sombras, oí los susurros, percibí los pensamientos y sentí esos pasos. A pesar de todo, no puedo describir con palabras lo que allí existe.
Podría decir que todo lo que se cuenta es cierto, o completamente falso, ya que ese habitante del bosque no es uno, sino dos.

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