20090617

Almas gemelas, no por idénticas, sino por lo unidas


Se me apareció un campo de burbujas.
Dentro de cada una, una figura humana representaba el alma de un cuerpo lejano. Había miles y miles.
Algunas se acurrucaban en su soledad. Otras extendían los brazos con desesperación, a nadie en particular, pero sin exceder el límite de su burbuja.
Otras, en cambio, iban de a pares, rozándose o pegadas como siamesas, sin llegar a unirse.
Hubo una burbuja que me atrajo la mirada. Era doble. En ella, dos almas se abrazaban. Eran dos, pero habían unido sus burbujas para lograr encontrarse, para compartir su espacio.
En todo lo que alcanzaban a ver mis ojos, no encontré otras almas que hubieran podido, como éstas, fundir su débil coraza en un único corazón.
|201106|

20081101

Base Dante

Me acercaba al tercio de mi vida, cuando caminado por la red me perdí. En un tenebroso sitio me hallé y, al no saber regresar, decidí adentrarme más y más para ver hacia dónde podría conducirme.

De vínculo en vínculo, llegué a un espacio nuevo para mis ojos en el que un hombre me invitaba a seguirlo. Dijo llamarse Virgilio y tener una misión. Pregunté asombrada de qué se trataba y él respondió que debía llevarme ante la presencia del ser que más amo, pero atravesando valles oscuros, para así ver el horror al que el alma humana está condenada.

Tomé mi canastita, mi caperuza y lo seguí.

20080125

Pensamientos en el bosque



Cuentan algunos que hay una sombra que vaga en el bosque. Una sombra de pensamientos y susurros, que ensombrece aún más esos árboles oscuros.
Hay gente que dice que lo que recorre esos caminos es un alma en pena, que encuentra reposo bajo esas hojas de verdes opacos y que es indiferente a los caminantes que allí desembocan, perdidos en esos senderos.
Sin embargo, otras voces afirman que esa presencia no es pasiva, es un espíritu desesperado que perturba todo el ambiente que lo rodea y que, si alguien se interna en sus esquemas, huye espantado por la furia y el rechazo intangible, perceptible por la hostilidad del aire.
También escuché, una vez, que alguien decía que eso de lo que siempre se hablaba, no era más que la presencia viva del bosque. Es su naturaleza más profunda. El bosque tiene tal intensidad de sentimientos, que éstos afloran de manera que podemos palparlos, verlos y oírlos con nuestros sentidos, pero sobre todo con nuestro espíritu.
Yo me interné en esa espesura. Observé las sombras, oí los susurros, percibí los pensamientos y sentí esos pasos. A pesar de todo, no puedo describir con palabras lo que allí existe.
Podría decir que todo lo que se cuenta es cierto, o completamente falso, ya que ese habitante del bosque no es uno, sino dos.

|231003|

20071001

¿Fue el viento o la puerta?

¿Fue el viento o la puerta? Ese susurro en la alfombra… ¿sería eso? Al abrir la puerta se oía ese susurro, ¿o no? Alejandra no se movió. Algo pasaría. Si era la puerta, alguien entraría.

No se movió.

Apretaba los dientes y su muñeca de vestido azul. Tenía que mirar. Estaba acostada y la alfombra olía a polvo. Si había sido el viento, podría salir.

Decidió mirar.

Suavemente movió a un lado, despacio, despacio, la caja de zapatos. ¡Zapatos! Frente a ella. Habían entrado. Giraban en la alfombra los zapatos, buscando. No la habían visto. Shh. Si no se movía… Si no se movía no la iban a ver.

Esta vez libraba a todos.

20070614

Base Luca

Eran las tres de la tarde, el cielo de un gris áspero no me decía mucho. Yo cortaba una rama del gran árbol sin bautizar. Se encuentra en un lado del jardín, junto a las matas donde suelen albergarse unas serpientes. Las había ahuyentado con tambores para poder podar. No es la poda de estos días, puesto que la primitividad fallecería. Sólo corté la rama que molestaba al pasar.

En ese momento, oí unos gritos desde lejos. El viento había levantado y había algo extraño. Algo extraño en el aire. Un silencio. Una inquietud. Las serpientes no volvían. Unos pájaros se fueron. “¿Qué sucede?” Se me ocurrió mirar al cielo. Éste giraba. Nunca lo había visto girar.

Unos espirales en algodón me cautivaron. Giraban y giraban. Y después, ese espiral bajó a nuestra tierra de a poco. Un fino hilo que se estiraba a tocarnos.

Luego, todo fue nube.

Un tornado arrasó a mi ciudad y a mi jardín primitivo.