
Ese lugar no recuerda mi presencia, esas personas no recuerdan mi sonrisa, las piedras olvidaron mis pasos y el aire helado recorre otros pulmones. El cóndor alguna vez me vio, y los arroyos canturrearon a mi lado, la tierra se hundió bajo mis pies y los árboles me vieron pasar.
No estoy allí, ese paraíso me ignora, pues no tiene memoria ni tiempo. Sólo está, permanece. Recibe extraños de lugares lejanos y los despide en el mismo silencio. Que no es mudo ni falto de mensaje, ya que las aves vuelan, el viento silba, las piedras ruedan y los ríos corren. Es un saludo, un canto, un cuento. Que dice que en este momento hay una ventana, muy lejos de aquí, por la que se puede ver el atardecer.
280703
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